Por Juan
Carlos Loera De la Rosa -Con un resultado de la cifra de más de 15 millones de
votos, el 10 de abril de este 2022, se realizó la primera consulta para revocar
o ratificar el cargo al presidente de la República y sus resultados dieron
cuenta de cuál es el piso sobre el que está sentada la simpatía de los
mexicanos por Morena.
Es decir, el voto duro de este Movimiento de
Regeneración Nacional: la nada despreciable cifra de estos 15 millones 159 mil
323 de ciudadanos que, a pesar de todos los obstáculos legales y políticos,
salieron a votar a favor de que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) siga al
frente del Gobierno de México por lo que resta del sexenio.
El multimillonario
conteo de votos, no pudo ser lograda ni el PRI ni el PAN en las elecciones presidenciales del pasado 2018, a pesar de que echaron a andar toda la
maquinaria oficial sin importarles las restricciones legales. Por eso hoy solo
les queda aliarse entre si, porque en su pragmática contabilidad electoral
consideran que el resultado de ir juntos en la boleta electoral, es el producto
de una burda operación aritmética, en automático les puede dar el triunfo.
La
pronosticada alianza conservadora para el 2024, autodenominada Va X México,
necesitará mucho más que un candidato o candidata capaz de posicionarse en el
conocimiento de la ciudadanía, eso es lo más fácil; la dificultad mayor radica
en superar el descrédito que se ganaron a pulso durante décadas dedicadas al
dispendio, el despojo y a la generación de desigualdad en perjuicio de los más
y a favor de los menos.
Además,
deberán convencer a millones de mexicanos que el rumbo que ha tomado el país es
el equivocado frente a realidades que indican todo lo contrario, como una
política salarial que ha venido reivindicando el ingreso de los trabajadores;
una política económica que mantiene firmes las finanzas del país a pesar de
múltiples factores externos; la solidez de nuestra moneda que, contrario a lo
ocurrido en anteriores administraciones, se ha fortalecido ante el dólar
conforme avanza el gobierno lopezobradorista; una inflación por debajo de la
que tienen grandes potencias; una política energética que va rumbo a la
autosuficiencia y que avanza en el uso de energías limpias y una política de
Bienestar que, ahora mismo, garantiza ingresos a más de 20 millones de
familias, una tarea que muchos creían casi imposible, pero que hoy es un hecho.
El momentum
que vive Morena, a pesar del Instituto Nacional Electoral (INE) y de muchos
otros actores y factores que han operado en contra, con once de quince
gubernaturas ganadas en 2021 y cuatro de seis en 2022, refrenda el alto nivel
de aprobación de nuestro presidente y allana el camino para un triunfo en la
próxima elección presidencial de 2024, sobre todo si la debacle de la confusa
amalgama integrada por el PRIAN y sus aliados se confirma en el 2023 con los
muy posibles triunfos del Movimiento de Regeneración Nacional en las elecciones
que se celebrarán en el Estado de México, la entidad más poblada del país, y en
Coahuila, ambos actualmente gobernados por el PRI.
LA
RENOVACIÓN DE CUADROS EN LAS ENTIDADES
Ante ese
escenario, sin duda, el gran reto para Morena es lograr la unidad, la cual
pudiera verse mermada en momentos coyunturales siempre vinculados a la elección
de candidatos o a la de su dirigencia. En las siguientes semanas nuestro
partido-movimiento atravesará por una de esas fronteras: la renovación del
Congreso y Consejo Nacional, así como de las dirigencias estatales, algunas de
ellas acéfalas y otras con dirigentes que llevan casi siete años en el cargo,
tal es el caso del comité estatal de Chihuahua.
En octubre
de 2012, aún con la resaca causada por la imposición de Enrique Peña Nieto en
la presidencia de la República, AMLO convocó, previa consulta, a la fundación
de Morena como partido político.
Se
realizaron asambleas en los 300 distritos federales para elegir a los primeros
congresistas nacionales y en muchas de esas asambleas ni siquiera hubo
necesidad de votación, la asistencia apenas completaba el quorum y los
delegados distritales fueron elegidos por consenso, es decir, en los hechos no
hubo disputa interna; lo mismo ocurrió al momento de elegir dirigencias
estatales, en Chihuahua el primer presidente del comité estatal, Víctor
Quintana Silveyra, fue elegido por aclamación.
Ese mismo
año, el 20 de noviembre, se aprobaron los estatutos y programa del partido y se
eligió el primer Comité Ejecutivo Nacional, sin acuerdos previos, ni planillas,
ni grupos en pugna al interior; fueron asambleas ejemplares, de verdadera
unidad en las que personalidades identificadas con las luchas sociales formaron
parte de la primera dirigencia nacional, me refiero a compañeros como: Martí Batres, Bertha Luján, Clara Brugada,
Paco Ignacio Taibo II, Pablo Moctezuma, Jesús Ramírez Cuevas, Bernardo Batiz y
Francisco Ortiz Pinchetti; pero también algunos con un perfil mas ciudadano,
como Alfredo Ramírez Bedolla (hoy gobernador de Michoacán) y, por azares del
destino, este escribiente, Juan Carlos Loera de la Rosa, todos guiados por el
presidente del Consejo Nacional elegido por unanimidad: Andrés Manuel López
Obrador.
Nuestra
misión principal fue obtener el registro del partido y elaborar un plan de
acción contra las reformas estructurales promovidas por el neoliberalismo.
Dimos la batalla sin recursos económicos y en medio de la consolidación del
PRIAN a través del mal llamado Pacto por México, cuyos objetivos fueron en
perjuicio de todos los mexicanos. Pero entonces se contaba con algo mucho más
valioso que el dinero: la mística y el convencimiento de que estábamos en el
camino correcto y que los fines de nuestro movimiento significaban quizá la última
oportunidad para llevar a cabo la verdadera transformación que nuestro país
necesitaba: La esperanza de México.
Morena está
a punto de renovar el Congreso Nacional, su máxima autoridad, compuesta por
tres mil delegados distritales; se elegirán cinco hombres y cinco mujeres en
cada uno de los distritos electorales federales, quienes, al mismo tiempo,
serán consejeros estatales y tendrán la responsabilidad de elegir a las
dirigencias estatales en cada entidad federativa.
Sin embargo, debemos reconocer que las
circunstancias no son las mismas que había en ese no tan lejano 2012; hoy
Morena es el partido en el poder, gobierna en veintidós estados y tiene amplias
posibilidades de sumar otros dos el año entrante; su militancia y simpatizantes
se han multiplicado exponencialmente; el partido se abrió a la ciudadanía e,
incluso, a actores políticos provenientes de frentes con una ideología
contrastante a aquella de los que fundamos el Movimiento.
Es cierto,
mantener la unidad es uno de los principales retos de Morena, pero para
lograrla, quienes formamos parte de este movimiento debemos mantener la esencia
y la mística de todos aquellos que luchamos en las calles, concientizamos,
afiliamos, repartimos el Periódico Regeneración.
Nos
organizamos en comités de Protagonistas del Cambio Verdadero, acompañamos en
movimientos sociales justos y protestamos contra el despojo y las
privatizaciones.
Morena debe
mantener esa esencia descrita en su Programa, debe mantenerse como una
organización política amplia, plural, incluyente y de izquierda; quienes
formamos parte debemos mantener el sentido ético de nuestro movimiento, tarea
nada fácil, pero tampoco imposible.
Morena
surge para acabar con el sistema de oprobio y sustenta su organización en la
participación decidida del Pueblo, convencidos sus militantes y simpatizantes
de que la política no es asunto solo de los políticos.
El llamado
a la renovación de las dirigencias debe ser avalado por la ciudadanía, por eso
celebro que se esté convocando a todo el Pueblo de México a participar para
elegir a los perfiles que cuenten con la mejor vocación de servicio, aquellos
con la ineludible convicción de construir un partido incluyente, plural y
fraterno. Esa es la tarea que tenemos de frente y debemos cumplirla a cabalidad
para alcanzar la consolidación de nuestro Movimiento, para mantenerlo como la
Esperanza de México.