A 33 meses
de asumir el gobierno de la República, casi a mitad del mandato presidencial de
Andrés Manuel López Obrador, ocurrió uno de los reacomodos más importantes en
dos de las áreas prioritarias: la Consejería Jurídica y la Secretaría de
Gobernación.
La primera,
es la encargada de defender legalmente las reformas, cambios constitucionales y
demás adecuaciones que permiten al jefe del Ejecutivo operar protegido por la
Constitución. La segunda dependencia, debe entablar negociaciones políticas con
los adversarios, además de atender los reclamos sociales.
Desde el 1
de diciembre de 2018, Olga Sánchez Cordero estuvo al frente de la Secretaría de
Gobernación, y Julio Scherer de la Consejería Jurídica; ambos personajes
cercanos al político tabasqueño y en sintonía con AMLO desde hace más de dos
décadas.
La primera
en dejar el cargo, la semana pasada, fue la ministra en retiro; aunque su
salida del gabinete ocupó los trascendidos en la prensa desde meses antes, de
un momento a otro se confirmó y anunció su regreso al Senado de la República.
El relevo fue el tabasqueño Adán Augusto López, otro personaje cercano a López
Obrador.
Aunque
desde el martes pasado circuló la versión de la renuncia de Scherer, el día del
informe presidencial todos los colaboradores de AMLO lo negaron, la intención
era no opacar el otrora Día del Presidente; se reservaron el anuncio para el
día siguiente, durante la conferencia mañanera y al terminar, ambos abandonaron
el recinto de Palacio Nacional, abrazados.
La carta de
renuncia de Scherer sorprendió aún más, porque estaba fechada desde el lunes
30. En lugar de Scherer Ibarra fue designada Estela Ríos, quien también conoce
muy bien al Presidente López Obrador porque fue ella quien lo defendió en el
juicio de desafuero, allá por 2005, cuando era Jefe de Gobierno del entonces
Distrito Federal.
En ambos
casos se rumoró una ruptura con el Presidente de la República; de ella se dijo
que la había removido por su incapacidad para negociar la revocación de mandato
y a él por una supuesta discusión el 30 de agosto, durante una reunión en
Palacio Nacional.
Empero nada
más falso que eso porque, tanto Olga como Julio, son firmes defensores del
lopezobradorismo, como lo demostraron durante estos casi tres años.
AL FIN
SALIÓ LA REVOCACIÓN DE MANDATO
Este
movimiento en el primer círculo, permitirá al Presidente de la República
refrescar a su equipo más cercano y quizá pueda destrabar asuntos que se han
vuelto “una piedra en el zapato”, como ya lo consiguió con esa necedad de la
consulta para el desafuero.
Y es que,
durante el mensaje con motivo del Tercer Informe de Gobierno, el Presidente de
la República afirmó que sólo tenía dos pendientes de los 100 compromisos que
hizo el 1 de diciembre de 2018: la descentralización de las oficinas de
gobierno y el esclarecimiento de la Noche de Iguala, cuando desaparecieron los
43 normalistas de Ayotzinapa.
También
ofreció que 100 universidades estarían abiertas en 2019 pero hasta ahora, nadie
sabe nada. Y lo peor, dijo que habría servicio de salud como el de Canadá.
Empero,
ignoró que ese mismo día se comprometió a que la consulta de revocación de
mandato sería en julio de 2021. La fecha venció y él no cumplió. Eso está muy
claro. Incluso, durante su campaña presidencial, AMLO ofreció realizar dos
consultas para saber si continuaba o no el cargo. La primera sería a los dos
años de mandato y, la segunda, en cuarto año. Después la modificó y ahora no
sabe qué hacer para concretarla.
Este
ejercicio democrático ha sido criticado por unos y celebrado por otros, lo
único cierto es que pone en riesgo la gobernabilidad del país pues, aunque las
encuestas lo ubican por el 60 de aprobación, los votantes pueden dar una
sorpresa que quizá no le guste al gobierno de la Cuarta Transformación.
Sin
embargo, López Obrador está decidido a que sea el pueblo quien lo mantenga en
el cargo, sabe del gran apoyo que mantiene a pesar de que cada día aparecen
nuevos adversarios, por las furiosas críticas y burlas que cada mañana lanza
desde Palacio Nacional.
AMLO
ENFOCADO EN LA CAMPAÑA DE SHEINBAUM
Además de
los cambios en su gabinete, esta semana se confirmó el apoyo abierto a Claudia
Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, como candidata de Morena a
la Presidencia de la República en el 2024. Esta vez hizo a un lado a quienes
hace un par de meses “destapo” como aspirantes.
Incluso,
hubo un descuido que llamó la atención durante el Informe de Gobierno, porque
mientras Sheinbaum tuvo un lugar estratégico asignado en el Salón Benito Juárez
de Palacio Nacional, en primera fila y frente a todas las cámaras, la esposa de
AMLO, Beatriz Gutiérrez Müller no encontró nunca cuál era su silla.
Además,
López Obrador se llevó de gira por Chiapas a Sheinbaum, ayer volvió a la
mañanera para participar en el arranque de la colecta de Cruz Roja. En fin,
cualquier excusa es perfecta para impulsar la aspiración de la aún jefa de
Gobierno capitalino.
Atrás
quedaron las otras “cocholatas” que abrió el Presidente de la República, como
fueron Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores; Olga Sánchez
Cordero, senadora; o Tatiana Clouthier, secretaria de Economía.
El único
que ha insistido en que sí aspira a competirá en el 2024 por la candidatura es
el senador Ricardo Monreal, aunque no sea el “delfín” ni tampoco tan cercano al
político tabasqueño.
López
Obrador no sólo ha mostrado su apoyo a Sheinbaum, sino también su intención de
acabar con el ultraderechista Ricardo Anaya, quien aspira volver a conseguir la
candidatura presidencial del PAN.
Todavía
faltan tres años de gobierno y, a mitad del camino, ya se comienza a pensar en
el final.
Y hasta la
próxima semana, en este mismo espacio.
manuelmejidot@gmail.com