Durante el ¿caduco? régimen priista, adelantarse a los tiempos
políticos era tanto como el suicidio; cualquier aspiración debía ser
negociada en lo “oscurito”, casi como si se tratase de un golpe de
Estado, cualquier sospecha de traición era castigada con el destierro.
En
la actualidad el camino hacia la candidatura es el siguiente: primero,
se niega la aspiración argumentando que se está concentrado en el
encargo; después, se debe buscar un grupo que lo apoye; organizar
reuniones “privadas” pero cerciorarse que la prensa de trascendidos se
entere para que el rumor retumbe en el Zócalo capitalino; y, por último,
reconocerlo públicamente.
Con el siglo XXI, y el arribo de la
alternancia, comenzaron los cambios en la política nacional, así quedó
demostrado en el 2004, cuando el entonces secretario de Energía, Felipe
Calderón, se atrevió a reconocer sus aspiraciones durante una reunión
organizada por el entonces gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez
Acuña, a quien dos años más tarde, y como pago a su lealtad, le fue
entregada la Secretaría de Gobernación al inicio de la presidencia
espuria.
Esa acción le valió el enojo del entonces presidente
Vicente Fox porque, por aquellos días, intentaba imponer a su esposa
Marta Sahagún como candidata del PAN en el relevo presidencial, lo cual
afortunadamente no ocurrió porque fue exhibida su ambición a través de
su fundación “Vamos México”.
Seis años después, en el 2012,
Calderón intentó imponer a su “delfín”, Ernesto Cordero, como candidato
presidencial, pero Josefina Vázquez Mota, apoyada por el ala más
derechista y conservadora del blanquiazul, se impuso.
Fue
tan grande el fracaso de los gobiernos panistas durante la “decena
trágica”, aunado al poco arraigo popular de su abanderada, que le
devolvieron el poder al priismo, que nada aprendió de la derrota del
2000.
EL CAMBIO SIN CAMBIAR
Con la intención de cambiar todo
aquello que “huele al tricolor”, Andrés Manuel López Obrador no sólo ha
aplaudido las ambiciones políticas personales de algunos de sus
colaboradores, sino que hasta las ha promovido durante las conferencias
“mañaneras”, aprovechando la enorme difusión que tienen a nivel nacional
e internacional.
Desde la semana pasada, AMLO ha hablado casi
diario de la sucesión presidencial del 2024; incluso, utilizó una
comparación diciendo que él era el destapador y mostró a seis de sus
“corcholatas”: Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de
México, Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores; Esteban
Moctezuma, embajador de México en Estados Unidos, Juan Ramón de la
Fuente, representante de México ante la ONU; y las secretarias Tatiana
Clouthier, de Economía, y Rocío Nahle, de Energía.
Afuera quedaron
otros “suspirantes” como Ricardo Monreal, senador de Morena; Mario
Delgado, líder nacional del partido; Olga Sánchez Cordero, secretaria de
Gobernación, y algunos varios más.
Él único que dijo “sí quiero”,
fue Monreal Ávila, quien por cierto ya comenzó con el “fuego amigo”, al
rechazar que la encuesta sea el método para seleccionar “al elegido”,
pues dijo que es un sistema obsoleto, gastado y que ha generado
conflictos al interior del partido, por la opacidad con que se maneja el
procedimiento y sus resultados.
Pero volviendo a Ebrard, todo
parecía planeado; la semana pasada fue mencionado en “la mañanera” como
presidencialbe y, días después, se filtró una reunión en el Estado de
México, a la que asistieron unas 100 personas (dicen que ellos mismos
pagaron su desayuno), a quienes les confesó intenciones para el 2024.
Obviamente
el encuentro era privado, pero terminó siendo noticia de primera plana,
al grado que esta semana llegó el rumo a Palacio Nacional desde donde
AMLO le dio el espaldarazo y su aprobación.
ADIÓS CANCILLER Y JEFA DE GOBIERNO
Un
asunto que va contra Ebrard es el colapso de la Línea 12 del Metro,
ocurrido el 3 de mayo. Esa obra fue ideada, impulsada y construida por
el ahora canciller, cuando era jefe de Gobierno del entonces Distrito
Federal.
Quien le sigue en las preferencias es la jefa de Gobierno
de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, pero también le pesa la
tragedia del Metro, no sólo de la Línea 12, sino de los diversos
accidentes ocurridos en toda su estructura.
Sheinbaum está en la
etapa del “estoy concentrada en mi trabajo”, pero ya van dos ocasiones
que los “improvisados” asistentes le gritan “presidenta” en actos
públicos, a lo cual ella sólo voltea, los observa, les sonríe, saluda
pero no se atreve a pedirles que no le llamen así.
De tal manera
que la única “corcholata” que podría destapar el Presidente López
Obrador es el senador Ricardo Monreal, con quien se reúne constantemente
y es un político muy cercano que ha sabido negociar las reformas
presidenciales en la Cámara Alta.
Monreal dice que ya habló con su
equipo de trabajo, admitió sus aspiraciones, pero dice que prefiere
esperar a octubre del 2023, cuando Morena difunda la convocatoria para
elegir a su candidato.
Conforme transcurren los meses, a AMLO se
le agotan todas las posibilidades para sucederlo en el cargo y esto se
debe a que él, como político, tiene una imagen muy mediática, con
carisma popular y centro de ataque para la oposición.
Para el 2024
será complicado encontrar a un morenista con esas características, que
sea cercano al Presidente y a la gente, pero que además cuente con el
consenso de adversarios y empresarios.
Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.
manuelmejidot@gmail.com