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Debates presidenciales: brevísima historia Héctor Aguilar Camín
Salvo en el primero de nuestros debates presidenciales, el de 1994, entre Diego Fernández de Cevallos, Ernesto Zedillo y Cuauhtémoc Cárdenas, que le dio al primero una ganancia de 14 puntos, ningún debate ha dado al triunfador más de 4 puntos de ganancia.
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La vileza se revierte Carlos Marín
No es la primera vez que en época electoral, sobre todo en días clave como este domingo del primer debate de los presidenciables, se desborda la insidia contra los adversarios políticos, lo mismo en expresiones callejeras que a través de las redes sociales e impresos informativos.
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Lo que el debate no cambió Carlos Puig
Cuando nos despertemos el 2 de julio el país habrá elegido a un nuevo Presidente y a un nuevo Congreso. Habrá elegido nuevos gobernadores en casi un tercio del país. Habrá una sensación, como suele suceder, de cambio, de nueva época, que se abre un espacio para repensar el país.
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Cinco candidatos, dos proyectos de nación Jorge Fernández Menéndez
¿Qué demostró el debate de anoche entre los cinco candidatos presidenciales? Muchas cosas, entre otras, que más allá de los errores que pudo tener el diseño o el manejo del mismo, sí se puede hacer un debate de cierto nivel entre nuestros políticos. |
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El primero de tres Raymundo Riva Palacio
Todos necesitan una estrategia, comenzó contundente Lawrence Freedman en su importante obra histórica sobre estratagemas en 2013. Tenerla, afirma, sugiere la habilidad para mirar más allá del corto plazo y lo trivial, al largo plazo y lo esencial, para ocuparse de las causas en lugar de los síntomas, y para ver el árbol en lugar de las ramas. |
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Frentes Políticos I. Un ejercicio democrático.
El primer debate presidencial se llevó a cabo puntualmente como estaba previsto y como lo proyectó el Instituto Nacional Electoral, en un escenario de altura: el Palacio de Minería, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. |
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Pepe Grillo No hubo nocaut
Como era previsible, los candidatos presidenciales dirigieron sus baterías al candidato puntero, López Obrador, cuya ventaja en las encuestas muchos consideran irremontable.
Al candidato de Morena le llovió en su milpita. Eludió muchos golpes, pero otros lo tocaron.
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El Diario Cumplieron: a ´El Peje´, le echaron montón
Vendrán durante el día los detalles, reacciones y secuelas del debate sostenido anoche por los candidatos a la Presidencia de la República, José Antonio Meade, Andrés Manuel López Obrador, Margarita Zavala, Jaime Rodríguez y Ricardo Anaya. |
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Ráfagas --Devaluación de plurinominales
DEVALUACIÓN.- Tras la aprobación de las candidaturas plurinominales, dicen que los minipartidos no alcanzan a dimensionar la razón de su enanismo histórico, apenas paliado por las alianzas con las que parasitan de los partidos más grandes, y los motivos del rechazo ciudadano que enfrentan. |
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Un rinconcito Hoy de Cristo para ti: Dios lo sabía, sin embargo quiere restaurarte
Sentirte que volviste a fallar en lo mismo que hace poco prometías no volverlo a hacer te hace sentir sucio e indigno de presentarte nuevamente delante de Dios.
Pareciera que esas son las ocasiones preferidas del enemigo de nuestras almas para acusarnos y meter toda clase de basura en nuestra mente |
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* -FRASEARIO- Aída María Holguín Baeza
No es lo mismo morir, que ser matada

Si
bien es cierto que la muerte es algo inherente a todo ser vivo y que,
por lo tanto, se trata de un acontecimiento doloroso pero “aceptable”
(porque es algo natural que no se puede evitar); también es cierto que
cuando se trata de un homicidio o un asesinato, el término “morir”
cambia radicalmente de sentido.
En
términos reales, hay una enorme diferencia entre muerte, homicidio y
asesinato. El primer término, se refiere al momento en el que la vida
llega su final de manera natural; el segundo y el tercero, a aquellas
víctimas a las que (con, o sin premeditación) se les arrebató la vida;
es decir, que las mataron.
El
análisis y reflexión sobre el tema que ahora nos ocupa, se apoya en
tres (de los muchos) casos similares que proporcionan elementos
suficientes para distinguir la gran diferencia que existe entre morir y
ser matada.
El
primero de los casos, es el de la joven Lesvy Berlín Osorio, cuya
supuesta forma de vida fue ventilada por la propia Procuraduría General
de Justicia de la Ciudad de México (en su cuenta de Twitter). Con sus
torpes e irresponsables declaraciones, la PGJCDMX dio a entender que,
con la vida que supuestamente llevaba la joven, era natural que muriera.
Días después, un grupo ecoterrorista se adjudicó el asesinato de Lesvy
en CU. Con esto último, quedó muy claro que no es lo mismo morir, que
ser matada.
Aunque
en diferente lugar y circunstancias, el segundo caso ilustra de manera
clara la diferencia que hay entre morir y ser matada. Se trata de Andrea
Athié Corral, una joven chihuahuense que, a pocas horas de ser
reportada como desaparecida en el tramo carretero Cuauhtémoc-Chihuahua,
fue encontrada sin vida.
A
diferencia de lo sucedido con Lesvy, no fueron las autoridades las que
encontraron el probable motivo natural para que Andrea haya muerto.
Fueron usuarios de redes sociales que, con la simple pegunta “¿y por qué
iba sola?” (asumiendo que iba sola) encontraron, quizás sin pensarlo,
la justificación (causa natural) de su muerte, pero la triste e
inaceptable realidad es que la mataron (según las investigaciones, todo
parece indicar que se trata de un homicidio).
Ante
ese cuestionamiento (como explicación de la causa de la muerte de
Andrea), no pude evitar recordar un tercer caso: el de Marina Menegazzo y
María José Coni, las dos “mochileras” de origen argentino cuyos cuerpos
fueron hallados en la costa de Ecuador. Según no pocas personas
(incluyendo medios de comunicación), la causa de la muerte (que en
realidad fue un homicidio) de las dos jóvenes tenía una explicación
natural: viajar sin acompañantes (hombres).
El
asunto es que cualquier muerte (sea hombre o mujer) es dolorosa, pero
cuando se trata de homicidios o asesinatos es -además- inaceptable. No
obstante, el historial de homicidios y asesinatos en Latinoamérica,
particularmente en México, deja en evidencia que cuando se trata de
mujeres, se suelen encontrar motivos “naturales” para morir a manos de
terceras personas; es decir, para ser matadas (llámese homicidio o
asesinato)… Y ya quedo claro que no es lo mismo morir, que ser matada.
En
esta ocasión concluyo con lo dicho alguna vez por el escritor y poeta
peruano, Enrique López Albújar: “Un asesinato es un caso vulgar, un
hecho más o menos vivo de bestialidad, de ferocidad. Es lo corriente, y
más corriente todavía procesar por estas cosas. Mientras unos se
entretienen en poner pinceladas azules en el lienzo de la vida, para que
se las aplaudan, otros rabian por ponerlas rojas, para que la justicia
tenga que intervenir”.
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