La ubicua declaración sobre los derechos
infantiles en el mundo, promovida y respaldada no sólo por decenas de
organizaciones privadas o no gubernamentales sino por la Organización de
las Naciones Unidas para la niñez (Unicef), habla siempre del “interés
superior “ de los derechos de los infantes.
En realidad la superioridad de ese
interés debe ser de los adultos, pues éstos tienen los controles
sociales y políticos para determinar el futuro de los niños. Y no digo
de los niños y las niñas porque el idioma español no necesita de esas
mamilas “incluyentes”.
Por eso hablamos de los mamíferos; no de
los mamíferos y las mamíferas. No lo sean tanto quienes defienden esas
nuevas normas de la corrección política. Hasta Jesucristo dijo, “dejad
que los niños se acerquen a mi…”; no dijo los niños y las niñas. Bueno,
basta.
En los últimos días hemos visto dos asuntos pésimamente atendidos por el gobierno en relación con los niños.
El primero de ellos el del infantil
matador cuya mente desorientada y patológica causó la muerte de una
maestra en Coahuila y la condena de su abuelo, propietario de un arma
con la cual el precoz homicida y a la postre suicida ultimó a la
mentora.
El abuelo ya supera en cargos al Chapo
Guzmán y hasta le han aplicado una cláusula de “comisión por omisión”
de la cual nadie tiene explicaciones jurídicas satisfactorias.
Hace muchos años se supo de un dirigente
político que por accidente disparó una pistola con la cual privó de la
vida a su hermano y nadie culpó al padre por la imprudencia de abandonar
un arma cargada en un cajón de fácil acceso. Lo mismo sucedió con un
caballero cuyos hijos “fusilaron” a la sirvienta de la casa (o debí
decir trabajadora del hogar) mientras jugaban a la revolución. Esos
casos fueron archivados en los expedientes de la imprudencia. Como si no
se supiera quién carga y quién descarga las armas de fuego.
Pero en casos de infancia armada como
parte de una estrategia de lucha entre grupos delincuenciales bajo el
supuesto de la defensa autónoma por encima de las incumplidas
responsabilidades del Estado, quien es el obligado a defender a los
habitantes del país, nadie parece reparar en la terrible circunstancia
de los autodefensivos pobladores de Guerrero, quienes les han puesto no
sólo los “cuernos de chivo” a los niños, sino también les han enseñado a
usarlos.
Y las armas solamente sirven para matar
con ventaja. Para nada más. Es ni más ni menos, un entrenamiento para
matar. A plena luz del día y ante el silencio resignado del gobierno
estatal, cuyo gobernador es un cero a la izquierda, y un gobierno
federal de izquierda con el mismo peso en este caso.
Hasta hoy, como no sea para levantar las
cejas (o entonar coros de lamento desde las organizaciones civiles,
pías e inútiles), nadie ha hecho nada en contra de los padres de esos
niños quienes pública y deliberadamente les han enseñado a sus hijos, en
las inmediaciones de los campos amapoleros, la utilidad de las armas y
la decisión de usarlas “para defenderse”.
Los Ardillos se dirán también defensivos. Y el cuento nunca va a acabar.
La prensa internacional ha reportado así los hechos (El País):
“…La imagen podría pasar desapercibida
en un país sumergido desde hace varios años en un violento conflicto,
pero la fotografía reproducida por medios locales es una nueva señal de
la descomposición provocada por la inseguridad. Los jóvenes cargaron
viejos y oxidados rifles para repudiar el asesinato de diez indígenas
nahuas en la región este fin de semana.
“Los menores marcharon junto a unas
2,000 personas con el rostro cubierto por pañuelos y vistiendo el
uniforme de la policía comunitaria, un cuerpo armado conformado hace 25
años por pobladores de 16 municipios del sureste de Guerrero e
integrantes de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias y
Pueblos Fundadores (CRAC).
“Este cuerpo de autoridad alternativa ha
hecho frente desde hace varios años a los cárteles de la droga y las
organizaciones delictivas que operan en uno de los sitios más pobres del
país.
“El añejo conflicto vivió un nuevo
capítulo el viernes 17, cuando una decena de personas del municipio de
Chilapa fue ejecutada e incinerada. Los muertos trabajaban con el grupo
musical Sensación, que había tocado en un poblado vecino, cuando fueron
emboscados mientras viajaban en dos camionetas…”
La CRAC no es una organización sin representatividad política institucional: tiene hasta un escaño en el Senado.