Un chiste medio macabro sobre la costumbre argentina de elegir líderes
populistas dice que si regresas al país después de una semana, todo ha
cambiado, pero si regresas después de 30 años, nada ha cambiado.
De hecho, la victoria aplastante de la fórmula peronista encabezada
por el candidato presidencial Alberto Fernández y la expresidenta
Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones primarias del domingo
casi garantiza que el populismo peronista ganará las elecciones
presidenciales del 27 de octubre. Si la historia nos dice algo, es que
eso haría más difícil que Argentina se convierta en un país
económicamente viable.
La fórmula Fernández-Fernández derrotó al presidente Mauricio Macri
en un 47 por ciento a 32 por ciento de los votos, un margen mucho mayor
de lo que las encuestas habían anticipado. Los peronistas han gobernado
el país la mayor parte del tiempo desde 1945.
Como era de esperar, los mercados argentinos colapsaron el día
después de la victoria de la fórmula Fernández-Fernández en las
primarias, y muchos argentinos se apresuraron a comprar dólares. Ya han
visto esta película muchas veces antes.
Con pocas excepciones, los Gobiernos peronistas gastan mucho más allá
de los ingresos del país, son notablemente corruptos, y luego culpan a
otros -ya sea Estados Unidos, al Fondo Monetario Internacional o al
chivo expiatorio del día- por las inevitables crisis económicas que
ellos mismos causan con sus políticas irresponsables.
El gasto público de Argentina casi se duplicó durante los
gobiernos populistas de Néstor Kirchner (2003-2007) y su viuda Cristina
Fernández (2007-2015), cuando el país disfrutó de un auge sin
precedentes gracias a los altos precios internacionales de las materias
primas. Durante los gobiernos de los Kirchner, el gasto público se
disparó del 23 por ciento del PIB al 41.3 por ciento, según el Fondo
Monetario Internacional.
Pero Macri heredó un país en bancarrota. Y en lugar de alertar
inmediatamente al mundo sobre lo mal que estaban las cosas y hacer
reformas drásticas de inmediato, optó por lo que sus asesores llamaron
un enfoque "gradualista".
Por la impresión que me dio en una entrevista, Macri temía que un
recorte repentino en los subsidios sociales provocaría disturbios, haría
que el país fuera ingobernable. Apostó a que la economía mundial lo
ayudaría a atraer inversiones, pero varios eventos (el aumento de las
tasas de interés de EUA, una grave sequía, la recesión económica en
Brasil y la crisis turca de 2018 que perjudicó a los mercados
emergentes) frustraron sus expectativas.
Según un estudio del Banco Mundial de 2018, Argentina es el país del
mundo que ha tenido más recesiones desde 1950, después de la República
Democrática del Congo. Durante ese periodo, Argentina ha tenido 14
recesiones, lo que significa que ha vivido en recesión durante
aproximadamente un tercio del tiempo.
Como legado de los gobiernos de Kirchner, Argentina ahora tiene solo 9
millones de trabajadores del sector privado que están pagando por un
total de 15.3 millones de empleados gubernamentales y pensionados. En
comparación, Chile tiene 9 millones de trabajadores del sector privado
que están pagando por un total combinado de 9 millones de trabajadores y
jubilados del Gobierno, una proporción de uno a uno.
No es casualidad que Chile, Perú, Corea del Sur y muchos otros países
que atrajeron inversiones con un clima de negocios más amigable al
sector privado lograron reducir la pobreza mucho más que Argentina.
¿Qué pasará ahora? Quizá tratando de ponerle buena cara al mal
tiempo, algunos economistas están poniendo sus esperanzas en que Alberto
Fernández sería más moderado que Cristina Fernández.
Alberto Fernández es, de hecho, más pragmático que Cristina
Fernández, y su buen resultado el domingo podría darle una mayor
influencia dentro de su partido.
Pero el hecho es que fue elegido a dedo como candidato presidencial
por Cristina Fernández. Es ella quien controla el partido y quien
tendría un poder formidable si la fórmula Fernández-Fernández gana en
octubre.
El chiste sobre lo que encuentra un viajero si regresa a Argentina
después de una semana y después de 30 años es muy cierto. Todo ha
cambiado, y nada ha cambiado.